viernes, 11 de noviembre de 2011

Congreso Internacional del Siku y del Sikuri.


Hace pocos días se llevó a cabo en Juli, la otrora “Roma de América” situada al sur de nuestro departamento de Puno, El Congreso Internacional del Siku y del Sikuri, donde se congregaron músicos de Paratía, Cuyo Cuyo, Taquile y varios grupos de Bolivia. También llegaron artistas como El Centro Interdisciplinario “ Wiñanpacha”, Tiwanaco y Sikuris Pueblo Nuevo de La Paz y los de Jatun Ayllu Potojsimanta de la ciudad de Potosí, Integrantes y exponentes de la Asociación “ Qheshwa Marka” de Pisac-Cusco y “Wayra Marka” de Juliaca. El evento concita interés por cuanto no sólo permite el intercambio de melodías, sino el poder revalorar y relevar los contenidos del origen, significado, de esta expresión musical, que ahora se ha expandido por todo el mundo, y que es el mensaje ancestral de lo más recóndito y mágico de nuestras culturas originarias. Se debatió la necesidad de seguir impulsando y difundiendo los distintos estilos de nuestra música ancestral y rescatar muchas melodías que son formas de expresión de nuestros pueblos andinos. El Siku y Los Sikuris demostraron que aún se mantienen vigentes a pesar de los siglos y de la arremetida de la cultura occidental que quiso avasallar lo nuestro y a pesar de la humillación que sufrieron por quienes invadieron sus dominios ancestrales que felizmente se han erguido para apreciarlos y compartir con ellos la lucha ante la postergación y la exclusión.
En los tres días que duró este evento, hubieron manifestaciones culturales tradicionales, que se trasladó a las calles de Juli, invitando a sus pobladores a compartir el retumbar del Siku desde la profundidad de su sonido, desde la diversidad y complejidad de su significado. Se cuenta que llamó la atención el almuerzo que se hizo en uno de los días indicados, en el atrio del templo en la Plaza Ludovico, donde todos los participantes de cerca a doscientas personas consumieron la tradicional “Huatiada”, que es parte de nuestros potajes oriundos de Puno, y parte por cierto del compartimiento de nuestra riqueza andina. Las sesiones del Congreso se realizaron al aire libre, la mayoría de ellas en la playa de Huaquina y de Olla, donde como las reuniones andinas al lado de la naturaleza, haciendo un círculo horizontal todos tenían derecho hacer uso de la palabra, con un moderador que dirigía las sesiones. Estas reuniones sirvieron para que además la gente conozca a los diversos grupos de sikuris, no sólo en melodías, sino en trajes, en puntos de vista. Además desde la perspectiva del uso del siku, es lograr el equilibrio llamado “Suma Qamaña” ( vivir en armonía), como se desprende de la tradición filosófica andina. Ya sabemos que una característica de los sikuris es que todos danzan al tocar, y participan adultos y niños, mujeres y hombres y ello es una muestra de armonía familiar y colectiva, ya que además de tocar se danza, con lo que la expresividad de vivir la música es más significativa, demostrando aquella cualidad de la dualidad que precisaba nuestro paisano Américo Valencia Chacón en su Libro : “El Siku Bipolar Altiplánico” que ganó hace tres décadas el prestigioso premio de Casa de las Américas. Hay aún muchas cosas que revalorar, que compartir y que dimensionar a través del significado del siku y del sikuri del altiplano y de otras localidades, pero los avances están a la vista con el Congreso que comentamos, y con los concursos como el que se lleva a cabo cada año en la ciudad de Puno.
En el evento existieron pagos a la Pachamama a orillas del Lago y todos conscientes del reconocimiento que debe hacerse a lo sagrado de nuestro Lago, ofrendaron su coca en dicho rito. Estas costumbres ahora viene siendo más popularizadas y eso es otra forma de recordar que existe el respeto por la tierra, por lo genuinamente nuestro. Además del significado propio del contenido académico, donde se arribaron a conclusiones y tareas para proseguir con animosidad la realización de próximos congresos, fue ocasión para apreciar el colorido, la majestuosidad de nuestra riqueza musical, una mezcla de lo bronco y lo tierno, de lo ceremonial y de lo festivo que se desliza en el aire de una melodía del siku, con el agregado que fue símbolo de hermandad de aquél valor colectivo ancestral de la reciprocidad, como se manifiestan nuestras culturas precolombinas, basado en el sujeto colectivo, más que en el sujeto individual. Estas son muestras claras de cómo es posible practicar la interculturalidad, debatir estudio, método y proyección desde el enfoque etnomusicológico, donde el díalogo musical es una enseñanza que nos reafirma y nos resignifica el conocimiento, conservando sus instrumentos autóctonos, su técnica tan remota y en cuanto a un abanico de expresiones que de manera mancomunada se manifiestan, como afirmación de nuestros auténticos valores, milenarios y colectivos. Finalmente no podemos dejar de expresar nuestra particular emoción de cómo nuestros valores andinos encuentran resquicios de maravillarse ante otras manifestaciones musicales que nos alejan del centro identitario, de donde pareciera salir aquellas melodías de las cañas de los sikus que son parte de nuestro ser y de nuestro sentir.

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