Javier Calderón
Sobre el pueblo de Moho, se han escrito miles de historias. De sus paisajes, de esas flores multicolores que nacen en la tierra fértil y alcanzan el horizonte de la vida, se han hilvanado poemas de estética primaveral. Y la música, el canto de los moheños está escrita en el pentagrama del alma, en el rincón de la habitación de donde cuelgan los recuerdos, esos que evocan la nostalgia sicuariana, la alegría del carnaval, los himnos del Qurawasiri, la dulzura de los Q’ena Q’ena de Pascua, el sonido telúrico de las wancaras de los T’anta Punchuni. Las pulsaciones de esos cantos provienen de las profundidades del misterio, de donde han emergido huayños que se han instalado en un rincón del corazón. Todo este caudal de impresiones fue recogido, abrazado y reproducido por amautas de cualidades artísticas singulares, así; la música moheña en la primera década del siglo XX alcanzó notoriedad en todo el departamento de Puno, melodías que por cierto decantaron también en el vecino país de Bolivia. No es casualidad que, en 1928, la Estudiantina Duncker Lavalle de la ciudad de Arequipa, grabara el tema Recuerdos Moheños (existe un registro musical en el Instituto de Etnomusicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú).
De las entrañas de la tierra moheña surgieron músicos del más alto nivel; Miguel N. Ángles, Eugenio Salazar Carpio, Lizandro Amata Machicao, Carlos Arias Apaza, Valentino Salazar Machicao, Benjamín Gálvez, Juan Gálvez Machicao, Armando Machicao Bejarano, Atilio Machicao Bejarano, Elizalde Salazar Machicao, Arsenio Ángles Ángles, Juan Vargas Flores y José Antonio Salazar Rodrigo, son algunos de los nombres que perviven en la memoria colectiva del Altiplano. Pero no fue sino, hasta 1968 que, Moho escribió con guitarras, mandolinas, guitarrón y acordeón el primero de sus testimonios musicales. Se trató de la primera grabación del Centro Musical Moho, cuya dirección musical estuvo a cargo de Edgar Machicao Rodrigo, el título de esta obra fue, “Homenaje a Puno en su Tricentenario”. En las voces de Delia Traverso Apaza, América Ángles Machicao y Gaspar Aguirre Flores y con el marco musical de artistas moheños, cobraron vida temas como: Jaeño, Carnavales Moheños, Mukuaray Imillita, Recuerdos de Mayo, Ritmo Postrero, Moheñita, Celosa, Agüita de Supullullu, Malas Voluntades, Recuerdos Moheños, Noche Triste y Mi Partida.
De esta manera, esta institución musical, cerró un primer capítulo en su historia, de allí en adelante los galardones y reconocimientos, confirmaron su alta calidad interpretativa. En 1968 con motivo del Tricentenario de la Fundación de Puno, el Centro Musical Moho se hizo acreedor a la Medalla de la Ciudad, además de ganar el Concurso Departamental de Centros Musicales, organizado en ese entonces por el Instituto Nacional de Cultura.
El impacto de los temas grabados en el sello Virrey de la ciudad de Lima, en aquella época; no han perdido su frescura y su vigencia está intacta. A viva voz, por las calles de las principales ciudades de la región Puno, se escuchan cada año: “Ante este ritmo postrero, sigamos bailando cholita, quizás al año venidero, me encuentres, en una tumba descansando, tal vez olvidado, comido ya por los gusanos”. “Quisiera que mis cantares desde lo lejos se oyeran y que tú te acordarías como yo me acuerdo de ti; pero mi voz s pierde en el espacio infinito, como yo te he perdido a ti, ay moheñita del alma…en el espacio infinito como yo te he perdido a ti”. “En esta noche, mi voz transida viene a cantarte, como un sollozo mi despedida nimbada en recuerdo…”.
Desde 1968 hasta el presente año el Centro Musical Moho, ha registrado diez grabaciones, tanto en discos de vinilo, cassetes y compactos, además de videos en formato DVD. Son los cimientos de una institución musical que goza del reconocimiento de la población en general y por supuesto de los cultores del arte.